lunes, 10 de octubre de 2011

Sleep, my love

Hipnosis y sustancias extrañas se ponen en juego en este thriller de Douglas Sirk, donde Alison es drogada cada noche por su propio marido con un fin muy concreto. Siempre hay una gachona con mejores piernas y con un coño más jugoso que tu mujer. Por ello, Richard tratará del modo más discreto posible acabar con su mujer. La gachona, que bien podría haber sido interpretada por Rita Hayworth, no hace otra cosa que meter presión a Richard. Y si éste quiere meter otra cosa debe ofrecer algo más que un brazalete de esmeraldas. El principio es un poco lento, necesario para la presentación de los personajes, y entre otras cosas nos muestra a una Alison que le va el alcohol y se pone cachonda. Quizá no es una gran película pero aporta entretenimiento y contamos con alguna que otra muerte como manda el Cine Negro. Así que hay que verla y especialmente tener cuidado cuando alguien nos trae algo de beber antes de dormir y nos dice... Duerme, mi amor. 

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La Madre Muerta

Dieciocho años después de su estreno, me encuentro con una película que me ha dejado impactado. Una historia bien narrada. Que te atrapa. Te conmueve. Y pone a cada personaje en aquel lugar donde le corresponde. Pero lo hace desde el punto de vista de la realidad. Ajeno a todo aquello que el cine, o gran parte de él, nos tiene acostumbrados. Los curiosos, aquellos que acaban metiéndose dónde no deben lo acaban pagando tarde o temprano. Los ángeles de la guarda nunca están a la altura cuando más les necesitamos. Y las personas difícilmente llegan a cambiar. Especialmente cuando uno es un hijo de puta. A veces hacemos malabares con el altruismo y la solidaridad pero el egocentrismo acaba invadiéndonos y actuamos en base a nuestros intereses. La Madre Muerta es una historia sencilla. Narrada de forma majestuosa y atrapándonos en todo momento. Según el propio autor es una historia de círculos. Círculos que se cierran. Como en la vida misma. ¿O quizás no? La Madre Muerta narra la historia de Ismael, un ladrón y asesino que se encuentra con un asunto pendiente del pasado. Una niña a la cual no llegó a matar en su día y que ahora, quizás, es el momento de hacerlo. Ismael mató a la madre de Leire mientras robaba en su casa y hoy teme que le reconozca y pueda acusarle. Leire ya no es una niña pero padece un trastorno mental que le hace actuar como si tuviese tres años. No habla. No controla esfínteres. Le sigue apasionando el chocolate. Y va a morir. Al menos esas son las intenciones de Ismael. Para conseguir tal fin secuestra a Leire y pretende arrojarla a las vías del tren o matarla de cualquier otra forma. Pero cada vez la cosa se va haciendo más difícil. Al menos, eso es lo que pretende hacer creer a Maite, su pareja, que tras el intento fallido de conseguir dinero a cambio de entregar a la niña, insistirá y le recordará en todo momento que Leire debe morir. Cada uno de estos personajes nos mostrarán las polaridades posibles en su comportamiento. Buena-Mala. Tonta-Lista. Querer-Odiar. Salvar-Asesinar... Pero al final siempre hay una polaridad predominante. Algunas muertes. Mentiras. Violencia. Sangre. Y mucho chocolate. Elemento importante éste que, según el propio Juanma Bajo Ulloa, es la esencia de la historia. "La madre muerta es la historia de un verdugo sin escrúpulos que roba el chocolate a una niña. Y de cómo la niña recupera el chocolate de su ahora víctima años después". Una definición maravillosa para una película maravillosa. Para poderlo comprender hay que ver la película de principio a fin. Y también, para disfrutar de uno de los trabajos más interesantes de un director que ha pasado desapercibido y al cual nunca se ha sabido valorar. La realidad no siempre es justa. Quizás eso mismo es lo que sucede en La Madre Muerta. Que a veces las cosas no salen como uno espera.